18 Nacimiento




© José Manuel Alfaro


En las últimas horas ha ocurrido algo nuevo, y tiene miedo. O no. O no sabe exactamente lo que tiene y lo que pasa, pero sí que nunca se ha sentido así antes.
    De pronto, ha dejado de flotar; es su propio cuerpo el que le pesa. Le pesa y la oprime tanto, que no cree que vaya a soportarlo. Además, algo que desconoce y la rodea por todas partes la está empujando. No podrá seguir aquí, cuando creía que esto era así para siempre. Su cuerpo se deforma y se desliza por un canal oscuro casi negro por el que cree que no cabe. O sí. Algo parecido a un dolor insoportable y que el cuerpo donde habita su cuerpo esté tenso y temblando, la asustan. No sabe qué pero sí que algo le falta para seguir o para volver atrás y quedarse cómoda y tranquila como siempre. Pero eso que la rodea por todas partes sigue empujándola con una fuerza primitiva ante la que ella nada puede hacer, y se abandona.
   Es entonces cuando una luz nueva atraviesa sus párpados cerrados y nota que también la temperatura cambia. ¿Frío? Tampoco lo sabe. Sigue creyendo que algo le falta cuando siente cómo de repente algo le entra por la boca y le ocupa el cuerpo abriendo caminos como una cuchilla por dentro. Es entonces cuando oye por primera vez el grito que sale de su garganta y el llanto que serán suyos para siempre.

Algo que nota tibio y húmedo le baña el cuerpo por fuera trayendo recuerdos. El dolor cede, aunque el aire que tanto daño le hizo sigue entrando una y otra vez, calentándole el cuerpo por dentro.
   Sin saber cómo, su cuerpo se traslada por este espacio inmenso y nuevo que aún le pesa y queda tendida boca abajo sobre una superficie blanda y templada que le hace bien, desde donde vuelve a oír los latidos de un corazón que reconoce como a una antigua compañía. La invade un desconocido cansancio y nota cómo todo su cuerpo va tranquilizándose al calor de ese otro no tan desconocido sobre el que yace hasta quedarse dormida.

Cuando despierte, habrá olvidado esto y todo para siempre; aunque quedara una huella imborrable en una parte de la mente que aún no es del todo la suya oculta para ella.

Pronto sabrá lo guapa que es de tanto oírlo y que esto que recibe que tanto le gusta es amor.

Su madre dio a luz a Carolina el 6 de mayo de 2014 
en el Hospital La Paz, Madrid, España.

© Manuel López Rey

Comentarios

  1. Lo de esta niña no es normal: no se puede esculpir un bebé más perfecto. El retrato es excepcional: la paz de un ángel. Y del texto qué voy a decir: Manuel siempre sorprendiendo. En esta ocasión por el punto de vista elegido para contar, y como siempre, creando ficción y suspense aún relatando algo cierto y verdadero; su capacidad de colocarse en la piel de sus personajes es increíble, y el colmo esta visión de lo que vive un bebé durante el parto: ¡GENIAL!

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    1. Muchas gracias. Me alegra que te haya gustado esta página; no ha sido nada fácil para mí encontrar el tono. Saludos.

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  2. "...aunque quedará una huella imborrable en una parte de la mente que aún no es del todo suya oculta para ella."

    Podría desprenderse de este relato, que surge del más profundo esfuerzo de imaginación. Que se trata nada más (y nada menos) que de una puesta en escena generada por la empatía que esta magnífica y enternecedora foto despierta en el autor, de lo que no hay ninguna duda de ello. Sin embargo, más allá de lo real o literario que pueda haber en este humano acto de nacer y poder (y saber) describirlo o relatarlo, existe algo de ti, Manuel, que haces aflorar desde muy adentro (casi inconsciente, diría yo) que te delata.Y se me antoja pensar que tal vez sea esa "huella imborrable alojada y oculta en alguna parte de tu mente, que forma parte de ti y es ya del todo tuya, ¿ ?.

    Magnífico relato, Manuel. Sabía que acertarías en el enfoque y en el tono para contar esta historia, Mi fe en ti, como ves, no tiene límites, je je je. Subrayando lo que dice Rasta, eres único poniéndote en la piel de tus personajes. Y lo haces hasta conseguir respirar por ellos..

    Enhorabuena..
    Un abrazo

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    1. Hola, Lorni. Muchas gracias por tu comentario y por esa fe que tienes en mí. En primer lugar, me fascina el juego que descubres y esa afirmación de que, probablemente, en alguna parte de mi mente permanezca el registro mental del nacimiento, de mi nacimiento. Según los psicólogos, así es. Pero parece ser que siempre se mantiene oculto porque forma parte del inconsciente; solo se llega a ese registro a través de terapias como el psicoanálisis o la regresión. Y sin duda, tú lo sabes bien, el escritor, a veces, consigue esa regresión (esta es, entre otras, la explicación del valor terapéutico de la escritura).
      Comienzas entre comillas trasladando una frase de mi relato, y no sé si adrede, has colocado una tilde que no está en mi texto, ya que la frase que yo escribo es condicional, mientras la tuya es una afirmación. [Cuando despierte, habrá olvidado esto y todo para siempre; aunque quedara una huella imborrable en una parte de la mente que aún no es del todo la suya oculta para ella.] Creo entender que lo has hecho adrede, y ahí es donde he percibido el juego que has hecho y que como digo, me fascina.
      Un abrazo grande.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. Captar los matices en una lectura, es lo que hace diferenciar al buen lector del lector simple y llano. Tú, Manuel, hilas muuuuuuyyyy fino.
      Efectivamente, la tilde fue puesta adrede.

      Un abrazo también para ti

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    4. ¡Qué bueno! Es fascinante de verdad hablar contigo de literatura. Efectivamente, hilo muy fino como escritor y como lector (otra cosa es que acierte). ¿Sabes?, me enfada muchísimo leer malas traducciones, y aunque desconozca el idioma original, capto enseguida cuándo "lo que ocurre" es culpa de la traducción. En fin, un placer, como siempre.
      Un abrazo.

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  3. No sé si felicitarte o cantarte una canción de cuna. Mi enhorabuena, gorila. Y sin hubieras utilizado la primera persona ya nos tendrías a todos en cola para pedirte el primer beso.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Oscar. Tu comentario es muy tierno (hay que ver con qué facilidad te contagias con lo que miras, como solo les ocurre a los escritores verdaderos). He de confesar que, viniendo de ti, me encantarían por igual felicitación, canción de cuna o beso.
      Saludos.

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  4. Difícil tarea se te presentaba ante tan tierno y delicado retrato de tan hermosa criatura, enhorabuena por el relato no menos tierno, delicado y a la vez no exento de la dificultad real de tan importante acontecimiento, que desata en todos nuestras mejores pasiones.
    Excelente tanto el relato como la foto!!
    Saludos

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    1. Muchas gracias, Luciano, por seguir atento a nuestro trabajo y por tu comentario.
      Un abrazo.

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  5. De que manera mas bella has descrito nuestro primer momento
    Siempre he pensado que en algún recóndito lugar de nuestra mente debe permanecer ese recuerdo
    Felicidades, larga y prospera vida a esa preciosidad de niña

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  6. Gracias, Mireia, por leer este blog y comentar. Efectivamente, en algún lugar de nuestra mente queda grabado este momento, que no recordamos porque ese lugar no es el consciente... Pero ahí está.
    Un abrazo.

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  7. Somos semillas estelares Manuel, nada está borrado, pero si oculto. Me gustas siempre.

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    1. Gracias, Elena, por leer y comentar. Por supuesto que en cada célula de nuestro cuerpo hay una huella biográfica completa, pero como bien dices es oculta a nuestra consciencia. En cualquier caso, si lees los comentarios encontrarás la respuesta a una de las frases que puede llevar a equívocos. Un saludo.

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